miércoles, 7 de noviembre de 2007

Libre Transcripción

Desde el principio mismo me dice que sólo le interesa el más raro de todos los contratos afectivos entre hombre y mujer: El compromiso total, la fidelidad total, instantánea. Todo o nada des hoy, el corazón entero u olvídate. Eso es lo que está dispuesta a ofrecer y, si no puedo coresponderla, entonces que te vaya bien, me ha alegrado conocerte, sin rencores, adios. Su hija, dice, merece un poco d continuidad en la vida, no una procesión de hombres insuficientes en la alcoba de su madre; y lo mismo, añade, necesita ella. Cuanto más lo conozco, tanto más pienso que su absolutismo es heroico. El coraje intrépido del inocente --l niño que tiende una mano confiada hacia el fuego, el estudiante bromista que pone un sombrero de payaso a la estatua del tirano, el joven con su uniforme nuevo, soñando sueños brillantes de proezas heroicas, o la Belleza en el momento de su primera zambullida en el ozo del amor-- nunca me ha impresionado. Los novatos sin experiencia en la vida van hasta el borde y más allá por la cegadora inmensidad de lo que ignoran. Sin embargo, el coraje de ELLA es el de la experiencia, de ojos abiertos, magullado y temeroso. Rechazada por su padre y su familia, abandonada por el padre de su hija, con las heridasabiertas de sus amores rotos, está dispuesta, sin embargo, a arriesgar el corazón un vez más. A tratar de alcanzar lo mejor a pesar de que lo peor la aterroriza. Eso es bravura.