domingo, 11 de octubre de 2009

Cuando el amor llega así, de esta manera...

Todos conocemos a una H. Poulain: es el prototipo de chica insegura e inadaptada,   hostil  con aquellos que no encajan en su -poco realista- visión del mundo.  Es misógina, piensa que las mujeres, sobre todo las guapas, son garrapatas chupasangre. Padece del complejo  Amèlie:  no puede hacer frente a la realidad y vive en un frágil mundo de fantasía; a diferencia de la niñita de la película, ésta optó por la amargura.
¿Señas particulares? No es guapa, ni se procura; argumenta que dedicar tiempo a su arreglo es frivolidad y putería (la verdad, es que en el fondo sabe que ni con buenos trapos y 2 horas diarias de gym, se vería mínimamente sexy). Es feliz  en compañía de los hombres y la aceptación de los mismos la hace sentir bastante orgullosa de sí; rehuye de la compañía de las chicas, por considerarlas tontas; prefiere camuflarse entre los hombres.  Hasta aquí, podríamos hablar de una persona congruente, pero no es así...

 O. Quincampoix,  es un chico que gracias  a una serie de calificativos positivos muy bien merecidos, y otras tantas virtudes colgadas a la fuerza, súbitamente roba un lugar en el corazón de nuestra protagonista. Cuando él aparece, comienza lo bueno: la chica que denunciaba los asuntos de amores (y colchones), como cosas para "mujeres huecas, sin metas en la vida", de pronto descubre que su corazón late fuerte cuando escucha su nombre con "esa voz" y que tiene estremecimientos cuando se tocan por accidente.  A la segunda sonrisa entre ambos, el cerebro se le dispara y comienza a imaginar  cómo envejecerán juntos:

Aunque aún no está declarado, el suyo será un amor diferente, cien por ciento puro, demasiado para explicarse con palabras...  ¡Mamadas!, lo que aquí está pasando, es lo mismo que en todas las historias de amor, pero dada la falta de costumbre, la señorita exagera sus reacciones y comienza a idealizarlo todo. No la vamos a colgar por enamorarse (además, ¿quién no pierde el piso cuando conoce a alguien súpermaravilloso?), lo que vamos a criticar, es el peso de esperanzas colgadas en una relación que ni siquiera ha despuntado.

Él no ha tenido tiempo de demostrar apenas un interés amistoso por ella, cuando ya la tenemos soñando despierta, interpretando cada gesto de O. Quincampoix como inequívoca señal de  deseo romántico. La vemos fantaseando con sus amigas, escribiendo largas reflexiones sobre la nueva oportunidad que le da la vida y todas esas cosas cursis que todos hacemos cuando conocemos a alguien que nos genera cosquilla. Lo rudo del asunto  es que aún sin haber iniciado una relación, ya piensa que el hombre y su destino son suyos, por la inimaginable cantidad de compatibilidades que ella ha encontrado entrambos.

Para este punto, en el que ya todos los amigos en común conocen o sospechan, de las fantasías románticas de H. Poulain con O. Quincampoix, él ni siquiera se imagina (o no quiere ver) que su nueva amiga asexual, está completamente enamorada de él.

Sonó feo, ¿verdad? Ninguna chica, por dejada que sea, aprecia ser vista como asexuada por su objeto de deseo, pero en este desafortunado caso,  ella es la amiga divertida, con la que se lleva tan genial como con la hermana, a la que no tomaría en cuenta como ligue: por el respeto, cariño, confianza  y nula atracción sexual que siente hacia ella.  Cruel. Lo que H.P. entiende como el principio de un gran amor, para O.Q, es el comienzo de una linda amistad.

La vida, gusta de las bromas pesadas y para hacer más difíciles las cosas, contamos con la presencia de un tercer personaje:  "L".  El momento en el que "L" aparece es indistinto, lo importante a describir es el modo:
Ella conoce a un chico, le resulta divertido, le parece atractivo, se siente cómoda en su compañía y decide conocerle un poco más. Sin llegar a la alucinación romántica, se pregunta cómo sería estar con él y considera la posibilidad de un acercamiento. Demuestra interés en O.Q. y aprovecha su tiempo juntos para evaluar posibilidades.
"L.", puede o no, ser guapa, inteligente, sexy, divertida o despampanante,  lo que por desgracia para H. Poulain, es un hecho, es que ambas se sienten interesadas por el mismo chico y para empeorarlo todo, O.Q.  la encuentra atractiva.


Al cabo de algunas semanas, las cosas siguen un curso natural, los que se gustan, se acercan cada vez más; nuestra protagonista sigue enamorada en silencio y pasa las noches interpretando todas las claves secretas con las que, supuestamente,  O. Quincampoix le demuestra veladamente su pasión.


 La vida está llena de obviedades: Un buen día, Quincampoix y "L" comienzan una relación romántica. Nuestra señorita H., no está enterada del asunto, pero algo se mueve dentro de ella y decide que es momento de actuar: Le cuenta a un amigo de lo mucho que sufre en la espera de que O.Q. se anime a dar el primer paso. Está claro que contará una versión en la que Quincampoix se siente atraído por H., pero es demasiado tímido para acercarse a ella, por lo que el amigo, no enterado de la realidad, ni de las nuevas, animará a H. para que dé el primer paso y ella hace caso, pues sólo buscaba un pretexto...

H. mandará un pastelito con una nota, obsequiará un libro, enviará una postal electrónica, hará una llamada telefónica o bien, buscará un frente a frente con su querido O.. Sea cual sea el medio de comunicación, la respuesta será la misma: Estoy con alguien más, sólo te veo como mi amiga.

Golpe en seco. Nuestra querida H. Poulain queda desecha y maldice. Maldice a todas las viejas putas y busconas del mundo, maldice 7 veces a la fulana que con artimañas sucias, le robó el amor de su hombre, lo maldice a él por ser tan superficial y fácil como todos; pero en secreto, se maldice a sí misma por pensar que se merecía la oportunidad de enamorarse y ser querida.

 ¿Qué opinan retozones?


[Comenzado como borrador alredor de la primera semana de mayo, terminado el día de hoy.]