viernes, 23 de noviembre de 2007

Don Rigoberto Inside

Y ahí estábamos los dos, en un restaurante, sentados, frente a frente después de uuuuh de no vernos. Ah! Una morra me explicó esto:


No puedo negar que estaba emocionado de verla de nuevo, después de todo, es alguien a quien años atrás me quise trabar –o que nos trabáramos– pero no se hizo porque me resultó bastante conservadora y dijo –ya entrepiernados– que si no éramos novios que nanais. Ya mi buen amigo César me dio el consejo de “Wey, po’s nomás dile que sí, que muy noviecitos, te la coges y terminando: sabes qué, ya la pensé mejor, no creo que esto funcione” así que, agradecido de antemano, ya no hace falta que me lo hagan. Pero no, no es mi estilo, lo siento. Pues bien, estar ahí frente a ella hizo que se me despertara la hormona retozona alborotada por la posible posibilidad de que le diéramos a probar de estos nuestros huesitos (Qué chido y que sarra, las expresiones guarras ya me salen solitas; me siento liberado de tener que copiarlas siempre. Soy un creador) que tan abandonados andaban.

Ella pidió Pollo en salsa de… de… de algo que no recuerdo pero tenía un par de aceitunas. Yo no pedí nada porque ya había comido. (Aquí debo de confesar una tranza: Decidí estar ya comido porque sabía que si comíamos juntos tenía que invitarle la comida. Y como la cita era a las 5 pasado meridiano implicaba que ya no iba a haber comida corrida de a 30 pesos, sino comida a la carta que sumada a lo que yo consumiera pues haría que tuviera que gastar mucho más de lo presupuestado. Chale, me siento rata dientona de alcantarilla.)

Bueno, ella empezó a comer y yo trataba de concentrarme en sus manos pero… nooooo, no podía, comía bien feo, mascaba con la boca abierta, hablaba con la boca abierta, comía el pollo con las manos, separaba la carne de los huesos a mordidas, la salsa se le quedaba en los labios y no se la limpiaba, incluso le daba tragos (no bebía) al agua fresca con los labios llenos de salsa, hizo un desmadre en el plato, el mesero fue en reiteradas ocasiones a preguntarle que si ya le retiraba el plato y ella decía que no; yo no sé qué más le podía comer pero ella seguía empecinada chupando el huesito, hasta se comió la piel! –iaak! El sólo recordarle hace que me dé náusea–; Una vez que hubo terminado con el pollo, del cual intentó en fallidas ocasiones darme a probar, pensé que ya podría verla mientras conversábamos pero… le siguió con las aceitunas que mordía y chupaba y sacaba de su boca para ver dónde le había quedado carnita para después volverla a introducir en su boca y seguirla chupando, llegué a pensar que ya sabía por lo que yo estaba pasando y que lo hacía por pura maldad, pero no, ella es bien inocente, lo sé. Nunca se dio cuenta. Una vez que dejó relucientes los huesitos de las aceitunas pensé que lo peor había pasado, sin embargo, tomó uno de los huesitos y empezó a jugar con él sobre la mesa como si fuera una canica. En una ocasión la “canica” salió más fuerte y me pegó en el brazo… Sí! Un hueso de aceituna rechupado, manoseado, paseado por la mesa, me tocó el brazo. Ella dijo pásamela, ante lo cual sólo me limité a bajar mi brazo de la mesa. Entonces llegó –por fin– el mesero y se llevó lo que había en la mesa y ella… tomó un palillo y empezó a darle uso (esta parte no la describiré, me gusta mi teclado sin cosas encima). Afortunadamente una partecita pequeña en mi pequeño cerebro –el instinto de supervivencia, la neurona de la decencia– aún pudo salir del estado casi convulso en el que me encontraba y sugerir: Voy al baño y de paso les digo que te envíen la cuenta.

¿Qué significa ser atractiva?

Ah, Morra-de-la-que-estoy-hablando, si por casualidad llegas a leer esto te informo que no te aborrezco ni guardo rencor. Tan sólo evitaré que comamos juntos, pero todo lo demás está bien. Sabes que te tengo en alta estima.

viernes, 16 de noviembre de 2007

10 consejos prácticos para darle en la madre a un corazón. Por tu amiguis Mar =]

1. Asegúrese de conseguir un corazoncito fresco*, que no haya sido despedorrado muchas veces. Los que están sin estrenar se quiebran más bonito (si pones atención hasta se escucha cómo caen los pedacitos como cientos de estrellas en un tazón de dimensiones cósmicas). Si el corazón en cuestión ya ha sido roto en reiteradas ocasiones el empeño que usted ponga en darle en la madre deberá de ser mayor; si el corazón ha sido roto antes por usted, le costará más trabajo cada vez destrozarlo, llegando incluso al límite de perder cualquier capacidad de dañarlo, haciendo estos consejos prácticos prácticamente inútiles.

2. Hable siempre en plural, no diga “cuando vaya a…” sino “cuando vayamos a…” ni “tú y yo” sino “nosotros”. Que parezca que son una unidad indivisible.

3. Asegúrese de fingir que entrega su propio corazón, de manera que el corazón a desconchinflar se sienta plenamente en confianza de ponerse de pechito por mera complicidad. Muy importante: dice “asegúrese de fingir” no vaya por ningún motivo a entregarlo de a devis pues entonces el corazón desmadrado podría ser el suyo propio de usted.

4. Mencione siempre planes a futuro, por más inverosímiles que parezcan, a la persona enamorada todo le parece posible; sin importarle siquiera que sean frases tan trilladas como: cuando vivamos juntos…, cuando nos casemos…, si alguna vez tenemos hijos…, a nuestros hijos…, deja que termine algunas cosas y ya verás lo felices que seremos, y un largo etcétera.

5. Sea cursi, claro, la cursilería debe ser diseñada para la persona poseedora del corazón a destartalar, es decir, no regalarle un Salchicha la Popó (Winnie the Poo) a alguien que se considera así mismo no-cursi, sino, por ejemplo la edición más cotizada de algún libro, o el disco más nuevo de su banda favorita, o una litografía o cosas así; de modo que crea que nadie más en el mundo es como usted de “especial” [teletonitis aparte]

6. Dígale Te Amo, déjese de tabúes baratos y sentimentaloides, no se sienta mal por decirlo aunque no lo sienta, todo es parte de un proceso. Recuerde que el objetivo es darle en la madre, entre más enamorada esté la persona a la cual aplica estos consejos más se incrementa la posibilidad de tener éxito. Que no le dé pena, nomás la primera vez es difícil pero dígalo pocas veces para que no le salga como decir buenas tardes, escoja los “momentos mágicos”.

7. Muéstrese fiel. Nada de mamaditas de “lealtad y fidelidad”, usted no se acueste con nadie más, ni mire a nadie más, ni se vuele ni vuele a nadie más, puede costar trabajo pero, repito, es parte de un proceso. (Si siente que no lo soportará y le dan ganas de mandar a la jodida este consejo pásese al punto 10a y 10b, aunque ya no me hago responsable de los resultados)

8. Enséñelo (este… puedes abrocharte el pantalón, no me refiero a eso), sáquelo a pasear, preséntelo a la familia, en la cena de noche buena, en el cumpleaños de mamá, que se siente integrado y comprometido, béselo en público pero no se atasque, preséntelo a sus amigos y, de ser posible, a su ex.

9. Auséntese por cortos períodos, de modo que le haga creer, sentir, que sin usted la vida no tiene sentido, y que no es nadie si no está a su lado. Debe además empeñarse en quitarle sus amigos haciéndole casi dependiente de usted.

10. Si ha seguido los consejos anteriores, en este punto, el corazón de zurrapar debe de estar listo, en sus manos, tibio, entregado, pleno, ciego, e-na-mo-ra-do. Justo donde lo queríamos para, por fin, darle en la madre. Ahora sólo le queda decidir si lo hace de un putazo, a rajatablas (10a.) o si lo hace lenta, dolorosamente (10b.).

10a. Este punto puede realizarse en público o en privado: para que el dolor sea mayor se recomienda la primera opción; en cambio, si lo que quiere es el deleite personal se sugiere la segunda. En privado, puede ponerse serio, hasta que llame su atención, después, mirando al suelo diga “es que…” aquí mírele fijamente a los ojos pero sin expresión y continúe “… ya no te amo”. En público es altamente recomendable hacerlo en una fiesta o reunión, donde la mayoría de los participantes sean amigos y/o familiares suyos, digo, para que no resulte usted linchado. Después recurra a alguna personas dispuesta y bésele y fájele procurando que sea notorio para todos y, especialmente, para la persona poseedora del corazoncito a fragmentar. Si todo reulta bien no necesitará decir nada. En caso de que dicha persona sea medio falta de piripituche se pondrá roñas e intentará aferrarse a usted… en privado. Para lo cual simplemente siga el procedimiento descrito arriba en “En privado” dentro de este punto.

10b. Sólo empiece por ignorar a la persona pero sin dejar de decirle Te quiero, o te amo a ti. Aquí ya se vale tener, por lo menos, un amante que debe disimular pero no esconder. No le llame. Diga “si quieres”, “como quieras”, “tú decide”, muéstrese desanimado y vaya a reuniones con sus amigos y familia pero sin invitarle. Así hasta que llore de desesperación, pero nunca se eche pa’tras, siga diciéndole te quiero, hasta que se harte y le diga un montón de cosas. Es muy problabe que intente hablar con usted en privado, para “arreglar las cosas” ante lo cual usted debe asentir en repetidas ocasiones y prometer que cambiará. Cuando ya no aguante más, ya sea por tedio o aburrición, entonces sí baje la palanca, apague el interruptor.

*NOTA: Uno debe de dar por sobreentendido que el corazoncito está dispuesto (no necesariamente disponible).

Que no le digan que no le cuenten:
A modo de Glosario Epilogógico.
Palabras usadas en esta entrada que vienen significando más o menos lo mismo. Cuasinónimos.
Darle en la madre
Despedorrar
Quebrar
Romper
Destrozar
Dañar
Desconchinflar
Desmadrar
Destartalar
Fragmentar
Zurrapar

miércoles, 7 de noviembre de 2007

Libre Transcripción

Desde el principio mismo me dice que sólo le interesa el más raro de todos los contratos afectivos entre hombre y mujer: El compromiso total, la fidelidad total, instantánea. Todo o nada des hoy, el corazón entero u olvídate. Eso es lo que está dispuesta a ofrecer y, si no puedo coresponderla, entonces que te vaya bien, me ha alegrado conocerte, sin rencores, adios. Su hija, dice, merece un poco d continuidad en la vida, no una procesión de hombres insuficientes en la alcoba de su madre; y lo mismo, añade, necesita ella. Cuanto más lo conozco, tanto más pienso que su absolutismo es heroico. El coraje intrépido del inocente --l niño que tiende una mano confiada hacia el fuego, el estudiante bromista que pone un sombrero de payaso a la estatua del tirano, el joven con su uniforme nuevo, soñando sueños brillantes de proezas heroicas, o la Belleza en el momento de su primera zambullida en el ozo del amor-- nunca me ha impresionado. Los novatos sin experiencia en la vida van hasta el borde y más allá por la cegadora inmensidad de lo que ignoran. Sin embargo, el coraje de ELLA es el de la experiencia, de ojos abiertos, magullado y temeroso. Rechazada por su padre y su familia, abandonada por el padre de su hija, con las heridasabiertas de sus amores rotos, está dispuesta, sin embargo, a arriesgar el corazón un vez más. A tratar de alcanzar lo mejor a pesar de que lo peor la aterroriza. Eso es bravura.